Adriana Ramirez

Ambos tenían algo en común: Sabían que conocer a alguien ¨especial¨ para ellos era poco probable, diría hasta casi imposible. Que eso sólo podría ocurrir en un guión cinematográfico, dentro de un frigorífico en donde alguien metió la pata y tuvo que participar la policía. Y pasó... Muy rara ella. Quizás se podría pensar que era una mujer salida de un sueño. Que en ese sueño era una hembra de cierva y que como tal no sabía comportarse como ser humano. Porque venía de otro ¨ser¨ Él un hombre cansado de andar, inteligente y experto en recursos humanos. Una película para pensar, del aislamiento, la autoexclusión y la soledad en la que confluyen muchas personas. La soledad que deja sus huellas. La soledad que discapacita.

Están las personas que encuentran su alma gemela y los demás... Los que andan sueltos por la vida, esperando que ESO ¨tan especial¨ pase. Y Allen encuentra la forma de decirnos lo patético que a veces es el ser humano, aferrándose a señales que no existen, vistas con objetividad y realismo. Para ello se sitúa en un momento un tanto peculiar de una pequeña familia común -como la de cualquier vecino- y pone la lupa en sus miembros y alrededores. Allí sus personajes muestran sus costados un tanto claroscuros para sobrevivir de alguna forma en este mundo que no acepta perdedores -ni en el amor, ni en nada más-. Me encantó. A veces Woody nos permite ver a través de sus ojos a distintos personajes con quienes nos podríamos llegar a cruzar en cualquier momento.