Peleas multitudinarias a lo Kill Bill pero con un efecto horrible causado por los golpes de Sakabatō, siendo completamente innecesarias en su mayoría más que para rellenar y aburrir al espectador, como si a Netflix pareciera gustarle agregar escenas de acción con malos efectos. Los personajes llamativos por sus excentricidades están a la moda en los animé y trasladarlo a los live action es una pésima idea que resta seriedad. El final pareciera haber sido escrito para Disney, con mensajes tiernos para ser captados por los más chiquitos...
Si no le doy una única estrella a la calificación es sólo porque hay un par de peleas a puño limpio que se disfrutan, además de que invirtieron una buena cantidad de dinero en utilería para crear los escenarios a destruir durante el rodaje.