Mi querido Carlos, acabo de terminar la lectura de tu magnífica novela histórica "Quironcha." De disfrutarla y, a la vez, apreciar, cómo, con ese valioso rescate de documentos y testimonios orales, que hiciste, lograste fraguar una obra que constituye, sin duda, un aporte singular al conocimiento, todavía incompleto, de nuestra historia. En este caso, enseñar la importante participación que tuvo la Provincia a la cabeza de la cual estuvo Barinas, con el pastoril liderazgo del gobernador y coronel don Manuel Antonio Pulido Briceño. Esa suerte de Júpiter tonante, quien con su señera, talentosa y aristada personalidad. Con su inquebrantable voluntad y talante republicano, logró convertir a Barinas en un emporio de civilidad, de nobles ejecutorias y de valores democráticos. En un enclave de fertilidad agrícola y de laboriosidad humana. De abnegada espiritualidad y de una hondura cabal de moralidad, que le dio la suficiente autoridad, hasta para enfrentar a Bolívar y reclamarle, con firmeza, su autoritarismo para irrespetar aquellas normas que le daban gravedad y distinción a su terruño y sustento y firmeza a los sanos principios del bien común. Además, por su desmesurada conducta para con los barineses y su inconformidad con el centralismo y el Decreto de Guerra a Muerte.
No te imaginas, mi querido Carlos, el fervor que mi espíritu fue adquiriendo, a medida que iba leyendo la novela. Con profunda vehemencia viví tanto aquellos momentos cálidamente familiares, como esas gestas de hondo contenido humano donde el señorío, la valentía, la prodigalidad, el desprendimiento y la poesía, hacían que aquel pueblo se creciera, se elevara y se inmolara porque de él brotaba el eco de un hombre y de un nombre que en unción patriótica señalaba un camino: don Manuel Antonio Pulido Briceño. ¡Viva Barinas! ¡Viva la República! ¡Muera España!
Con el afecto de siempre, recibe mi más cálida felicitación y un fuerte abrazo
Pedro Raúl Villasmil Soules