La serie es un bodrio. Intenta ser una súper serie juvenil de misterio pero se queda una amalgama de escenas que no se sostienen, con diálogos inverosÃmiles que, lejos de ayudar a comprender la historia y reforzar la identidad de los personajes, sirve para distraer constantemente al espectador por lo absurdo y forzado del guión, lleno de frases absurdas y pretensiosas. El personaje de Kevin es el que más sufre; la idea de meter a un personaje LGBTIQ+ en una serie para dar la imagen de diversidad se queda coja cuando el personaje se construye solo sobre estereotipos de las personas homosexuales escritos e interpretados por heterosexuales que poco o nada saben de nuestra realidad, haciendo que la única personalidad de Kevin sea ser gay, cotilla, que hace cruising y ve porno de web cam. A esta serie le salvan los actores, que buenamente hacen lo que pueden con el espanto que les ha tocado hacer para poder trabajar.