El tÃtulo "Pobres criaturas" no es más que un eufemismo para referirse a las almas desdichadas que, por desgracia, se aventuraron a presenciar esta abominación fÃlmica, una experiencia de la cual dudo que alguna vez logren recuperarse completamente, y eso me incluye.
Lo que inicia como una premisa intrigante, cargada de un gran potencial, rápidamente degenera en una cacofonÃa de escenas repulsivas, salpicadas de una vulgaridad insÃpida y un desfile interminable de escenas sexuales innecesarias.
El tiempo perdido en esta tortura cinematográfica es algo que lloro amargamente; la vida es demasiado corta para semejantes flagelaciones voluntarias. Confieso que abandoné el barco a medio naufragio, incapaz de soportar ni un minuto más de esta debacle. En un desesperado intento por purgar la toxina de mi paladar visual, recurrà a "Cruella" como antÃdoto, no tanto por placer, sino por supervivencia, en un esfuerzo por preservar mi ya tambaleante aprecio por la desafortunada Emma Stone, a quien solo puedo imaginar que le pagaron una obscena fortuna para arrastrar su talento por este lodazal fÃlmico.
A aquellos que osan calificar esta farsa como 'obra maestra' y la coronan con cinco estrellas, me pregunto: ¿Qué oscura neblina ha nublado vuestro juicio? ¿Acaso requieren de una intervención urgente para discutir vuestra perturbadora noción de 'arte'?