los mismos cliches del cine mexicano de siempre: urbanismo chilango o "defeño" (¿que no hay otras ciudades en México o qué?), escuelitas privilegiadas de "mirreyes" y gente "bonita", excesos y excesos de fiestas con rios de alcohol y drogas, sexo "gay" gratuito, y tramas insulsas y deplorables. El cine mexicano no cambiará nunca.