Es la primera vez que me acerco a un libro escrito por alguien de Islandia; el texto es frío, así como el personaje principal, lo que evita que puedas empatizar con él. Oláfsdóttir falla a la hora de querer retratar un país recién tocado por la guerra, pues su descripción de éste se antoja lejana y artificial, así como el final, donde casi todo se resuelve mágicamente; ni hablar de algunos de los personajes que parecen sacados de alguna película de Disney. La escritora es, eso sí, una maestra a la hora de describir los espacios. No puedo pasar por alto que este texto preserva la idea del hombre blanco, europeo y salvador que llega a poner orden a una tierra incivilizada, sucia y llena de salvajes.
¿Me arrepiento de leerlo? No.
¿Me costó trabajo terminar su lectura? Sí.
¿Me siento invitado a leer otro libro de la autora? Definitivamente no.