Carlos Ernesto Alvarenga Arias

Esta es otra buena película que tuve la oportunidad de encontrarme no tanto por cómo se desarrolla la trama, a la que hay que tenerle paciencia pues corre despacio, lenta, pausada, sino por la construcción de los personajes en lo cual uno se da gusto con un plato exquisito entre la dos oscarizadas. Lo de la traducción del título no deja de caer mal y hasta dar risa incluso: porque en inglés es INSTINTO MATERNAL, pero uno entiende que, en el desmoronamiento de una madre completamente atormenata, y cada una de las acciones y reacciones que toma, pór dentro se va creando otro personaje totalmente distinto de absoluta perversidad fría y calculadora, que desvela un insinto asesino. En lo que una madre se transforma y reconstruye por dentro la otra se va cayendo a pedazos hasta el punto de volverse paranoica. No hay que dejar de deleitarse por los demás elementos que componen una obra cinematográfica de este tipo: los vestuarios (inteligentemente diseñados), las escenografías, los detalles de la época, los decorados, etc. Sin duda queda bien recomendada para los amantes del verdadero cine, sobre todo porque finaliza renunciando a los cliché tan acostumbrados en este tipo de películas que aburren con finales felices y heroicos.

Entretenida de principio a fin, eso cuenta. Un despliegue de solidaridad que llama a emularlo. Eso la hace una película con contenido. Cuenta doble. Sandy despliega su fuerte personalidad que las películas cursis y huecas que ha protagonizado no la han dejado surgir, imponiendo su presencia y dejando en toda la movie su impronta, una actuación relevante. Eso le gana una tercera estrella. La trama de esfuerzo, dedicación, caídas, levantadas, triunfo en un mundo que llora por héroes, eso hace la película aún más importante, y siempre bella. Y Lily Collins, por Zéus. Dios exageró con ella.