La serie empieza bien, aunque pasados los primeros episodios, empiezas a crear animadversión hacia algunos de los personajes (incluida la propia protagonista, claro está).
Pese a que te puedes dejar seducir por la idea de que alguien se aproveche de grandes magnates de la sociedad neoyorquina ("toma, chúpate esa chulito!"), lo cierto es que arrastra a no sólo ricos, sino también personas de a pie que confían en ella... Todo con aires de superioridad, despotismo y narcisismo exacerbado... Eso ya no mola tanto.
Creo que se cae en un error garrafal al intentar crear en la persona de Anna una antagonista de la que sentir simpatía pues, hasta día de hoy, sigue siendo una estafadora juzgada y condenada.