Al principio, no pude evitar el ver a “The Mitchells vs the Machines” como una película que optaría por una trama sumida en una mezcolanza de elementos que aparentemente los estudios consideran populares hoy en día. Eso hizo que desistiera en verla.
Sin embargo, conforme salía gente afirmando que era una de las mejores películas que habían visto en su vida, y tras investigar que efectivamente había gente salida de “Gravity Falls” involucrada en este proyecto animado, no tuve más remedio que darle una oportunidad.
El resultado final fue raro, pero en el buen sentido.
Por un lado, puedo decirles que mis conjeturas iniciales se cumplieron, ya que efectivamente la película se hunde en un excesivo uso de momentos cómicos en donde ocurren los siguientes puntos:
1. Hiperbolizan gesticulaciones y los sentimientos de los personajes, ya sea con diferentes objetos estimulantes y diferentes tipos de animación.
2. Exponen un evidente contraste de tonos que se superponen de un segundo a otro, así como una gran diferencia de caracteres.
3. Realzan una característica de algunos personajes a tal punto que se convierten en un chiste recurrente, siendo la simplicidad del perro de la familia como el ejemplo más notorio.
Por otro lado, he de admitir que esta película cae en el rango de esas obras que se pueden ver más de una vez, puesto que la misma película no se ruboriza a la hora de fácilmente darnos uno que otro momento de brillantez o en donde nos tocan nuestras fibras sensibles sin que se sientan demasiado rebuscados, ya sea en su conjunto o con alguno de sus personajes.
En pocas palabras, estamos lidiando con una película con un enfoque caricaturesco que explota de una forma creativa a cada uno de sus elementos y es una opción de entretenimiento más que recomendable.