Sencillamente encantadora, la và cuando tenÃa 10 años y movió algo en mÃ, algo que con dificultad se movÃa. Encendió el deseo de saber todo, de la maxima pregunta que se ha hecho la humanidad, la pregunta de el por qué de las cosas, lo que la filosofÃa aún no ha respondido y lo que las ciencias fundamentales todavÃa no responden.
Encendió la llama de un corazón angustiado, un corazón que anhelaba un propósito, que buscaba un refugio y pudo encontrarlo gracias a destellos como éste de que no estaba perdiendo el raciocinio.