Cuando hablas de Ridley Scott, hablas de producciones innovadoras, sorprendentes, satisfactorias....
En este caso, sin embargo, se consolida la tan famosa excepción a la regla. Menuda sarta de absurdos y sin sentidos. Cuando parece que va a mejorar un mÃnimo, la cosa degringola al más patético y descabellado rumbo y te sorprende negativamente a cada capÃtulo. Mi hijo, mi esposo y yo nos tragamos los diez capÃtulos cada vez más decepcionados y llenos de una sensación de pérdida de horas de ocio irrecuperables. Menuda forma de decirnos a sus fans, Mr. Scott, que le importamos todos un comino.
RidÃculo.