Pérdida de tiempo y sensación de timo es lo que tengo al terminar, por fin, esta cosa que llaman serie. Los primeros capÃtulos se encargan de engancharte, para que luego, una vez empieza el sinsentido, no te atrevas a dejarla por respeto al tiempo que llevas invertido. Giros y más giros estúpidos e inverosÃmiles, sin pies ni cabeza, situaciones que no se las creerÃa ni el más inocente de la tierra, falta absoluta de documentación en el trabajo policial y de la justicia, que no siguen ni el más mÃnimo protocolo y van de aquà allá según el giro de turno. Se carcajean de la policÃa, de los jueces, de los fiscales y de los abogados, un despropósito. Y ya termino con la guinda del pastel, los actores ¿Cómo? ¿Actores? Pero si no hay, sólo un puñado de sobreactuados que leen un guión y no son capaces ni de vocalizar (Salvando a Blanca Portillo, Antonio Dechent y un poco a Alex Monner) . Lo de Francesc Garrido es penoso, transmite menos que una figura de cera, que es lo que ha sido durante toda la serie, tanto que los últimos capÃtulos ya se me hacÃa muy trabajoso verle. Mención especial para Eva Santolaria que además de pasarse los 16 capÃtulos de mala leche, escupiendo frases, sus poses y contoneos nos sugieren que estaba en un pase de modelos y no encarnando a una fiscal reconvertida en abogado defensor. De verdad, ahora la mala leche la tengo yo por haberme dejado estafar.