No suelo ser fan de las pelÃculas sobre juicios. Ya han existido muchas y muy brillantes. La dinámica de argumentación - contraargumentación, cuando es brillante y no tira de truquerÃa facilona (no es este el caso) es verdad que engancha, quizás, en este caso, por eso, porque bajo un juicio por asesinato se esconde mucho más. Se trata de un juicio a la pareja, al amor, a la familia, al talento, a la literatura y, si vamos hasta el fondo, hasta a la conciencia y la verdad. Y lo mejor de todo: el espectador va a tener siempre la balanza en la mano añadiendo contrapesos, porque en el fondo, nadie es perfecto y cuando se trata de llegar a la verdad y se disecciona a un ser humano para determinar su inocencia o culpabilidad ante unos hechos, en muchas ocasiones, vas a ser culpable de muchas cosas que pueden hacer ver factible la autorÃa de determinados hechos dados los antecedentes y los comportamientos previos. Ahora bien, también hay argumentos que contradicen lo anterior, porque el ser humano es pura contradicción y nunca van a existir malos absolutos ni inocentes absolutos. Este es el gran acierto de la historia: juzga unos hechos pero disecciona una pareja, el talento, el trabajo, el victimismo, la familia, la culpa, la redención... mucho en el metraje justo y con las escenas justas, con grandes interpretaciones y con incitación hacia la reflexión más allá de la sala. Que no deja de ser algo que tienen todas las buenas pelÃculas.
Gran acierto la interpretación principal por parte de Sandra Hüller, brillante, no se me ocurre nadie mejor que ella para representar un personaje con los dobleces y a la vez con la lucidez y la frialdad 'alemana' que requerÃa. Brillante igualmente Samuel Theis, aunque corta en metraje, excelente en calidad. Y sobre todo Milo Machado, que a su corta edad, y la dificultad del personaje, logra darle un empaque que no desmerece con respecto a los otros dos protagonistas.