Carolina Robles Ramirez

Me ha encantado porque no sólo visibiliza una de las más nuevas formas de violencia contra las mujeres y muchas otras viejas desigualdades que a pesar de los avances, nos siguen acompañando. Me gusta porque no sólo se queda en denunciar que los hombres nos pegan, violan y matan (que muchos lo hacen) y que la sociedad los ampara (que también lo hace). Me gusta porque además nos trae ese soplo de aire fresco que necesitamos quienes estamos todos los días con pico y pala luchando contra las injusticias, violencias, desigualdades que sufren, sufrimos las mujeres. Nos trae ese aliado que no sólo necesitamos las feministas, sino también un montón de hombres, que como uno de los protagonistas, se encuentran desubicados y que puede que sientan que el feminismo en para mí demasiadas ocasiones, sólo les interpela en lo negativo. Y lo hace mostrándonos una forma de ser hombres, una masculinidad diferente, en contraposición a la hegemónica, que es tan tóxica, nos habla de una masculidad en la que tienen cabida los cuidados como forma no sólo de responsabilidad parental/familiar/social, sino como medio para alcanzar la autorealización personal. Y sorprendentemente, consigue que ese actor y ningún otro, el actor que después de estar perdido siguiendo a la manada o rebaño, reconoce que ha encontrado su lugar en el mundo y que su late motiv en la vida es el de cuidar a su familia, consigue que como digo ese actor y no otro, sea al que te quieras tirar al terminar la película. Porque cuidar en un hombre es muuuuuuy pero que muuuuy sexi. Sexi también es cantar y bailar, mostrarse vulnerable y llorar. Sexi, muy sexi, también es empoderar a las mujeres que te rodean, aplaudir sus logros, admirarlas y desear parecerte a ellas. No sé al resto, pero a mi ya no me ponen los clásicos galanes de película. No me ponen ni los machotes de pelo en pecho, ni su nueva versión metrosexual. Yo me quedo con Alfredo y su coro ¿o será orfeón?, al que interpreta maravillosamente Marc Martínez y al que para cuando la serie termina, te quieres comer con patatas. Pues eso, que os recomiendo ver la serie, con vital su soplo de aire fresco

La primera temporada es para disfrutarla en el sofá con unas palomitas en la pantalla más grande de la casa. La segunda temporada te puedes ahorrar las palomitas y la cuarta y la quinta las puedes ver en el móvil mientras limpias la casa, o paseas al perro como si fuera un podcast y si has aguantado tanto, seguro que estarás deseando que llegué el final por aquello de no dejarla a medias. Así que, si estás leyendo estas reseñas porque tienes la serie a medias y te están entrando dudas sobre si merece la pena seguir viéndola, hazte un favor y cambia de serie, no pierdas más el tiempo porque el final es de pena.