Desde la primera escena (la mejor de todo el filme), he retrocedido en el tiempo a mis 14 aรฑos (1978), cuando tenรญa a mis padres preocupados porque preferรญa quedarme en casa viendo los clรกsicos del cine hollywoodiense de los 40 y los 50 en vez de quedar con mi pandilla de amigos. De todas esas pelรญculas, mis favoritas eran las musicales. Fred Astaire y Gene Kelly, Debbie Reynols y Judy Garland, las composiciones de Gershwin, Berlin o Porter.
La La Land es un homenaje a esa รฉpoca dorada del cine musical, y el resultado tiene mucho mรฉrito aunque es muy desigual. Estรก bien rodada, tiene buen ritmo y una frescura poco habitual hoy en dรญa, pero sรณlo logra emular en parte aquellas joyas. Porque la mรบsica, sin ser mala, no es genial; porque Ryan Gosling es un deficiente cantante y bailarรญn (aunque buen actor), y porque Emma Stone estรก tan soberbia en todos los aspectos que las carencias del galรกn se notan mรกs.
Dicho lo cual, y aunque no lo parezca, sรญ me ha gustado, y mucho, la pelรญcula.